Page 67 - Un paseo por el espacio
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tes oceánicas y los fondos marinos, la temperatura del agua, los vertidos, la riqueza pesquera, la abundancia de hielo y nieve, la salud de nuestros bosques y su ex- tensión... Podremos encontrar depósitos de minerales, gestionar el crecimiento de las ciudades, dibujar mapas topográficos, localizar fallas para prevenir terremotos, detectar yacimientos arqueológicos, etc.
La historia de la observación satelital de nuestro planeta se remonta a momentos muy tempranos de la conquista espacial. Los famosos Landsat de la NASA transformaron desde 1972 nuestra forma de investigar los recursos naturales; detrás de ellos se han lanzado muchos otros satélites de varias naciones con objetivos semejantes. En Europa, el ya menciona- do Envisat estuvo operativo durante diez años hasta abril de 2012. Durante este tiempo, Envisat mandó una auténtica catarata de datos sobre todos los aspectos de nuestro planeta (mar, tierra, aire y hielo). No en vano se trataba del mayor satélite de la Agencia Espacial Europea enviado al Espacio. Más recientemente, España ha tenido un papel crucial en la misión SMOS de la ESA, lanzada para observar la humedad de la superficie terrestre y la salinidad de los mares, aspectos esenciales para entender la meteorología y el clima. El avanzadísimo instrumento del satélite, llamado MIRAS, ha sido desarrollado en España.
Lanzado en 2009, el Deimos-1 es la más reciente aportación española, en este caso privada, a la observación de la Tierra mediante sensores cuyos productos pueden ser comercializados o usados por los estamentos gubernamentales. Pertenece a la constelación internacional DMC, dedicada a vigilar posibles desastres naturales.
¿POR QUÉ...? 04
Pero ésta no será la última incursión española en este apartado, pues ya se preparan los satélites Ingenio y Paz que, además de sus labores gubernamentales, proporcionarán productos de explotación comercial, aplicables al control de recursos naturales, la prevención de catástrofes o la gestión del suelo. Paz, en particular, dispondrá de un radar para ver la superficie independientemente del tiempo o de la hora del día.
EL ESPACIO MILITAR
Las actividades relacionadas con la defensa fueron el principal impulso para el advenimiento de la era espacial, a pesar de que los primeros satélites fueran científicos. Es lógico, ya que la órbita de la Tierra es un lugar de interés estratégico, ideal para situar sistemas de vigilancia.
Los militares y los servicios de inteligencia apro– vechan las capacidades de observación proporcionadas por los ingenios en órbita; son satélites que transportan verdaderos telescopios que pueden observar todo tipo de detalles, como Helios, cuyo sistema puede detectar objetos de hasta 50 centímetros de diámetro. También utilizan satélites de comunicaciones para enlazar con sus tropas desplegadas en todo el mundo, o para recibir la información que transmiten los satélites espía. Asimismo, emplean las constelaciones de navegación, como el sistema GPS, para dirigir con precisión el vuelo de sus misiles y aviones de combate, y satélites con sensores infrarrojos especiales para detectar el lanzamiento de cohetes enemigos. Otros aparatos se encargan de interceptar señales de radio. Es lo que se denomina inteligencia electrónica, que
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